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Profecía autocumplida: cuando las expectativas se convierten en realidad


Gerardo era un economista, que fue despedido de su trabajo como gerente del banco más grande de la ciudad. Gerardo creía que su desvinculación fue injusta, y se propuso tomar revancha contra el banco. En una reunión de amigos, Gerardo comentó que el banco [del que fue despedido], estaba a punto de quebrar. Al día siguiente, Pedro, uno de los presentes en la reunión, fue a retirar sus ahorros. Pedro le contó a Roberto, periodista dueño de un canal de televisión local, sobre la “quiebra” que se venía. Por la noche, la noticia estaba en boca de toda la ciudad. Dos días después, la gente hacía cola en el banco para retirar sus ahorros. El banco, que hasta antes que se propagara la falsa información, tenía los mejores indicadores de estabilidad financiera, quebró.

A esto se le llama “Efecto Pigmalión” [en honor a un mito griego], que no es otra cosa que “la forma en que nuestras creencias y expectativas, influyen sobre el comportamiento de otra persona”.  Se han hecho muchos experimentos, en diversas ramas, para evidenciar esto. En pedagogía, por ejemplo, ha quedado demostrado que la forma en que los profesores perciben a sus alumnos, es fundamental para su aprendizaje. Si creen que un niño no es capaz de entender algo, eso sucederá. Si creen que el niño es capaz de lograrlo, es muy probable que lo haga.

Esto es algo que aprendí hace más de una década, aunque no bajo ese nombre. Nuestras creencias, nos llevan a adoptar cierto comportamiento [a hacer o no hacer algo], y este, finalmente, determina nuestros resultados. Si yo creo que soy capaz de hacer algo, es probable que lo haga. Si creo que no soy capaz de hacerlo, es probable que ni siquiera lo intente. Entonces, para cambiar los resultados, es preciso primero, cambiar las creencias que tenemos respecto a nosotros, respecto a los demás o respecto a una determinada situación.

Según el escritor español Alex Rovira, la explicación científica al “Efecto Pigmalión”, es la siguiente. Cuando alguien confía en nosotros y nos contagia esa confianza, nuestro sistema límbico acelera la velocidad de nuestro pensamiento, incrementar nuestra lucidez, nuestra energía, y en consecuencia nuestra atención, eficacia y eficiencia. Es por eso, que soportados en la confianza de otros y en la propia, somos capaces de lograr mejores resultados.

Nos convertimos en lo que creemos. Y nuestro entorno también. Si creemos que todo va a estar mal, realmente todo estará mal, al menos bajo la luz de nuestra mirada, de nuestra perspectiva. No podemos crear todo lo que deseamos, pero si creemos, con seguridad podemos lograr mucho más de lo que imaginamos.

Estamos viviendo un contexto que nos lleva a repensar no solo la forma de hacer negocios, sino la forma de relacionarnos y de percibir el mundo. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer, decía: “el azar reparte las cartas, pero nosotros las jugamos”. Podemos elegir pensar todos los días en “si saldremos vivos [como personas o empresas] de esta pandemia”. Pero también podemos optar por confiar en nosotros, y por qué no, en los otros. Esa confianza que, tal vez no nos dará la seguridad, pero que sin duda incrementará nuestras posibilidades de salir airosos de esta batalla. Iniciemos por creer, para empezar a crear.

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