Hace algunos años escribí la primera
parte de este artículo, el cual fue publicado en la revista Arequipa
Empresarial de la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa. Hoy,
aproximadamente cinco años después, el panorama incierto y tal vez con mayor
turbulencia al de ese entonces, me motiva a escribir la segunda parte. Como
siempre, trataré de evitar una opinión sesgada, pero teniendo en cuenta mis
orígenes y experiencias vividas.
Por un lado opinaré con la pluma de un mollendino de nacimiento que siempre oyó hablar de la importancia y relevancia económica que tuvo dicho puerto para Latinoamérica en sus mejores años, y por otro, con el conocimiento y las vivencias producto de haber pasado 16 años de mi vida en un campamento minero, que además, me convierten en moqueguano de corazón. Debo resaltar, que en esos años, no tuve que elegir entre los deliciosos productos e insumos agrícolas moqueguanos y el mineral, pude disfrutar de ambos y crecer con ellos conviviendo.
En las últimas semanas he leído y escuchado opiniones diversas sobre los efectos positivos y/o negativos que podría tener el proyecto Tía María en la provincia de Islay. Con gran pesar debo decir, que el 90% de los comentarios vertidos se hacen sin fundamento o con información que no es del todo cierta. Tal vez ahí radique el problema de todo, en la gestión de la información y en la comunicación alrededor de este proyecto. En esto no hay un solo responsable, lo somos todos.
Por un lado el Gobierno, que en sus tres niveles ha cometido, en mi opinión, sendos errores que hoy está pagando caro. El Gobierno Central, por no asumir su rol de líder y promotor de la inversión desde el inicio, no solo con Tía María, sino con muchos otros proyectos a nivel nacional. El Gobierno Regional (anterior y actual) por su posición tibia y hasta ambigua en ciertos casos, además de una pasividad que poco bien le hace a Arequipa. Y finalmente los Gobiernos Locales (provincial y distritales), los cuales, casi en su totalidad, han mostrado una posición en contra a la ejecución del proyecto, evidenciando así, que no representan a la totalidad de la población que los eligió, sino solo a aquellos que piensan como ellos (lo cual a priori dice mucho de lo que pasará en los siguientes 4 años). No me cabe la menor duda que gran parte de los problemas generados por los tres niveles de gobierno han sido por mala comunicación y por desinformación.
Por otro lado, la sociedad civil, que hoy se muestra dividida en la Provincia de Islay, y cuya desinformación es aprovechada por los “Pepe Julio Gutiérrez” o los “Marco Arana”. Lamentablemente, hoy la Provincia está plagada de gente que ni vive ni trabaja en la zona, y que a “santo de no sé qué” sale a protestar en contra y hasta a amedrentar a los pobladores.
Un pueblo que además, clama por el cambio y la mejora de la calidad de vida, pero que pareciera tomó su peor decisión en las urnas en octubre pasado.
Finalmente la empresa privada, con mensajes (estratégicos o no) distintos, que tal vez generen alertas para el gobierno, pero que solo consiguen agitar a aquellos que se muestran en contra y poner en duda ante el mundo, al menos en el corto plazo, las condiciones que ofrece el Perú para la inversión extranjera. Reitero, comunicación e información es lo que, a mi parecer, ha faltado en todos estos años.
A las pseudo-mesas de desarrollo/diálogo sin participación de todos los actores, a la intención de “dialogar” teniendo como único punto en agenda “el retiro del proyecto”, a los que gritan a voz en cuello “la mina mata”, “agro si, mina no” o “la mina contamina”, a las intervenciones tibias del Gobierno, a todos ellos les digo: no pueden manejar esta coyuntura de una forma tan ligera y hasta soberbia, jugar con la esperanza de todo un pueblo y menos con el futuro de nuestros hijos y nietos.
A los que creen que se trata de elegir entre minería o agro, entre capitalismo o socialismo, les digo: llevo 30 años transitando por todos los distritos del Valle de Tambo, Mollendo y Matarani, y a decir verdad, salvo la carretera que conecta estos distritos, es muy poco el desarrollo que percibo. Pregunto entonces a los alcaldes de turno: ¿cuál es su propuesta para impulsar el desarrollo en la zona, existen proyectos de universidades, institutos, hospitales, tecnología agrícola, turísticos, etc.? Estoy seguro que la respuesta es NO.
Entendería la posición de los que se oponen, si esta fuera sustentada técnicamente y no basada en hechos sucedidos hace 30 años o en el protagonismo político de algunos cuantos impresentables. Los entendería además, si me dicen que cuentan con un plan para que Islay vuelva a ser lo que algún día fue, y no tengamos que vivir de historias, sino de realidades.
Pero no, como no hay nada de eso, no solo no los entiendo, sino que es indignante la manera en la que actúan.
Lo cierto es que con un Gobierno Central a poco más de un año de culminar su mandato y un gabinete recientemente censurado, es poco lo que se puede esperar del Poder Ejecutivo. Lo que sí creo, es que la pelota está en la cancha regional. No solo en manos de la Gobernadora, sino también de todos los demás actores, públicos y privados, que nos encontramos involucrados y podríamos ser afectados, positiva o negativamente.
No quisiera escribir la tercera parte de este artículo en 5 años más. Recordemos que no solo es Tía María, este podría ser un precedente muy malo para futuros proyectos regionales, llámese petroquímica, gasoducto, otros proyectos mineros, Majes – Siguas II, entre otros. Hoy no nos jugamos un partido, nos jugamos EL partido. Depende de nosotros si queremos perder por walkover o poner todo en la cancha. Islay es Arequipa, Arequipa es el Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario