Hace
algunos meses, al iniciar el proceso de elaboración del plan estratégico para
una empresa con operaciones a nivel nacional, escuchábamos al CEO decir: En los últimos años nos hemos preocupado por
obtener certificaciones de calidad, de seguridad, medioambientales,
homologaciones diversas, entre otras, que nos hacen prácticamente únicos en el
mercado nacional. Mi siguiente pregunta fue ¿sus clientes están dispuestos a pagar unos soles más por todo ese
esfuerzo? La respuesta fue
contundente, NO.
Muchas veces nos enfocamos en cosas que no valen la
pena, o dicho de otro modo, que no son percibidas por el cliente. Una empresa
tendrá éxito sostenido en la medida que tenga la capacidad de identificar
aquellos atributos valorados por el cliente, para luego incorporarlos a su
modelo de negocio.
La generación de valor conlleva ofrecer procesos,
atributos y/o beneficios por los cuales los clientes estén dispuestos a elegirnos,
e inclusive, a pagar un poco más por nuestros productos y/o servicios. De nada sirve dedicarnos a aquello que
a nuestro parecer es lo mejor para nuestro público objetivo, pero que con el
tiempo termina por pasar desapercibido. ¿Quiénes somos nosotros para decidir
por nuestros clientes? Parece ser una tentación del día a día, pero muy
arriesgada.
Entonces ¿Qué tan
difícil es generar valor en un negocio? Aquí algunas sugerencias para
simplificar el proceso:
§
Identifique
a su cliente y preocúpese por conocer sus características y necesidades
(¿dónde
está? ¿qué hace? ¿cómo piensa?, etc.).
§
Identifique
los atributos valorados por el cliente. Recuerde que no todos valoran lo mismo,
para algunos será más importante el precio, para otros la calidad, para otros
el servicio. Es
difícil y poco eficiente tratar de satisfacer a todos, por
tanto, es importante segmentar.
§
Afine
el modelo de negocio. Todo negocio nace de una oportunidad identificada y en
consecuencia, es probable que en tanto se conoce al cliente en detalle, ya se tenga
un
bosquejo del modelo de negocio. Se trata de incorporar aquellos atributos
valorados por el
cliente, para alinear beneficios (oferta) y necesidades
(demanda).
§
Defina
la estrategia. Aunque los planes estratégicos suelen ser tediosos para los
ejecutivos, es importante tener claro lo que se busca en el corto, mediano y
largo plazo con
nuestra propuesta de negocio (¿dónde estoy? ¿a dónde quiero ir?
¿qué camino debo
seguir? ¿qué objetivos quiero alcanzar?).
§
Defina
la táctica. Los planes de largo plazo sin acciones consecuentes de corto plazo,
solo llevan a la desorganización y al caos. Es importante trabajar en todos los
aspectos:
operativo, financiero, organizacional y comercial.
Estos pasos no son secuenciales ni
estáticos, muy por el contrario, son iterativos y dinámicos, siempre posibles
de optimizar. Lo importante es tener la voluntad de querer hacerlo y de
establecer un proceso estructurado de cuestionamiento constante a nuestra
propuesta de valor. En un mundo globalizado y cambiante, lo que hoy es nuestra
ventaja competitiva, en 3 meses puede que ya no lo sea. Es justamente esa
velocidad con la que se mueven las economías en los últimos tiempos, la que obliga
a invertir recursos en una constante búsqueda del “valor agregado” para
nuestros clientes, que dicho sea de paso, hoy son menos leales a las marcas que
nunca.
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